Monday, October 12, 2009

Largos ratos con Dios

"Volvió luego a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: --¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil." (Mt. 26:40-41 RVR 1995)

Siempre me ha llamado la atención lo que Jesús les dijo a sus discípulos cuando los encontró dormidos en Getsemaní. Al leer sobre esa noche en Mateo capítulo 26, pareciese que el Señor les estuviese diciendo: "¿Ni siquiera pudieron orar por una hora? ¡Ustedes deberían poder orar mucho más que eso! ¿Cómo esperan vencer las tentaciones que enfrentarán si no pueden orar por más de unos minutos? Es verdad que ustedes quieren vencer a la tentación y que me quieren servir, ¡pero su disposición sola no es suficiente! Necesitan aprender a permanecer en la presencia del Padre, si quieren poder vencer la debilidad de su carne."

Estas palabras de Jesús son tan relevantes para nosotros, hoy, como lo eran para sus discípulos aquella noche en Getsemaní. Porque muchos creyentes han aceptado la idea de que no es necesario vivir una vida de profunda oración para caminar en la victoria del Señor. Pero la realidad es que en un mundo lleno de tantas tentaciones es imprescindible que aprendamos a pasar la mayor cantidad de tiempo posible en la presencia de Dios, o nunca lograremos vencer los deseos de nuestra propia carne. "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis." (Gal. 5:17 RVR 1960)

Sin embargo, a muchos de nosotros no nos es fácil el orar por más de unos pocos minutos a la vez, lo cual, en mi opinión, no se debe a que no tengamos el tiempo o el deseo de hacerlo, sino a que no sabemos cómo hacerlo.

¿Cómo, entonces, podemos llegar a pasar más tiempo en la presencia del Señor? Veamos algunos consejos prácticos:

-Lo primero que tenemos que hacer es relajarnos y simplemente hablarle a Dios acerca de lo que tenemos en nuestros corazones-- lo que sentimos, cualquier petición que traemos, alguna duda que nos está molestando, y aun alguna queja que tengamos. (Sal. 62:8)

-Evitemos utilizar un lenguaje religioso, que en muchos casos, quizás, ni entendemos bien. Más bien, hablémosle a Dios como a un buen amigo, usando nuestras propias palabras, y no como a una deidad lejana. (Jn. 15:15)

-No caigamos en la mala costumbre de hacer un sinfín de vagas peticiones, "Señor, bendice mi trabajo; bendice a todos los que te necesitan; bendice a Juan, a Luis... etc." En vez de pedir vagas "bendiciones" ¿por qué no decirle al Señor exactamente lo que tenemos en mente? (Fil. 4:6)

-Es bueno recordar que cuando oramos no tenemos que estar hablando cada momento. De hecho, la Biblia dice que "Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra. Sean, por tanto, pocas tus palabras." (Eclesiastés 5:2b RVR 1995). Qué lindo es el postrarnos en silencio reverente ante el Todopoderoso.

-Dejemos que el Espíritu nos guíe. (Judas v-20)

-Cantémosle al Señor. (Col. 3:16)

-Oremos algún Salmo, o alguna otra oración de la Biblia que capture lo que queremos decirle al Señor.

Estimado lector, si sientes que no tienes las fuerzas necesarias para vencer alguna tentación, si tu carne con frecuencia tiene más poder sobre tus acciones que el Espírtitu Santo, y si anhelas más de Dios en tu vida, entonces, quisiera invitarte a que te sumerjas en su presencia como nunca antes comenzando a pasar largos ratos en oración. ¿Qué te parece la idea de proponerte a llegar a orar por espacios de una hora o aun de más tiempo? Al hacer esto, recibirás una gran fortaleza espiritual, esas tentaciones que una vez parecieron invencibles perderán su poder sobre ti, tu fe aumentará, tu amor por Cristo será renovado, y tu vida espiritual será elevada a una nueva dimensión. Porque no hay critiano tan poderoso como aquel que aprende a vivir sobre sus rodillas. ¡Amén!

En el amor del Señor,

Miguel A. Cañete
Tomade de: Vientos de Avivamiento.

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